Se proyecta una manzana de ocho volúmenes exentos a partir de la planta primera, aunque unidos por el zócalo común que constituye el cierre de la planta baja, entre los cuales se han tallado una serie de fisuras que contribuyen a generar los volúmenes definitivos de la propuesta y los diálogos que se provocan entre ellos y del conjunto con la ciudad que le rodea, llevando al límite la ordenanza de manzana cerrada prevista en el planeamiento, modelando unos volúmenes puros cuyo vínculo casi inmaterial se confía al tratamiento de las esquinas de los mismos.

El interior de la manzana es una plaza abierta a la ciudad, que permite los accesos a los portales desde la plaza interior, a la que se accede desde un sus extremos Este y Oeste , mientras que todos los locales comerciales tendrán su acceso desde la Avenida que limita al norte a la manzana.

Todas las piezas vivideras, incluidas las cocinas se abren a fachada, mientras que los baños se vinculan a los patios interiores, creando unas bandas interiores de servicios que se sirven de patios menores que a su vez iluminan y ventilan los pasillos comunes de distribución desde las escaleras principales.

La última planta permite la relación espacial y visual entre los cuatro volúmenes alineados por cada fachada.

con Manuel Narváez y Ramón Pico

Fotografías. Fernando Alda