La costa oeste de Estados Unidos que estaba ocupada por los españoles durante el siglo XVIII, fue jalonada por la expedición Malaspina que zarpó de Cádiz el 30 de julio de 1789 y fondeó en la Isla de Nutka en agosto de 1791. Este enclave español estratégico para el comercio de pieles que fue defendido hasta su pérdida en 1794 se sitúa en la Isla de Vancouver, actual territorio canadiense, en algún momento constituyó la frontera entre Rusia y España. La Isla de San Juan fue territorio español en ese momento y constituye hoy una laboratorio singular para afrontar el problema de acceso a la vivienda.
En Washington State, el Estado que se encuentra en el extremo noroccidental de EEUU, existe un grave problema económico. Este problema se atenúa destinando las viviendas existentes a residencia turística, circunstancia que provoca otro problema tan grave como el primero, la escasez de viviendas asequibles para la población más vulnerable.
La respuesta se está afrontando con rapidez e imaginación. La más sorprendente es la que una ONG está llevando a la práctica, transportando en barcazas las viviendas no ocupadas de la vecina Columbia británica de Canadá hacia su destino en las islas estadounidenses de San Juan. Estas casas fueron construidas a mediados del siglo XX, pero mantienen su solidez y estabilidad. La ligereza de la tecnología aplicada en el momento de su construcción, el coste de adaptación a los requerimientos normativos actuales unido al coste del transporte resulta más ventajoso para los angustiados vecinos que comenzar la ejecución de nuevas edificaciones.
La capacidad de incorporación de nuevas tecnologías y recursos permiten ofrecer respuestas a las nuevas necesidades. En materia de vivienda debe producirse una reflexión profunda que provoque adaptaciones normativas, explorando aspectos espaciales y temporales, sin menoscabo de la calidad habitacional, que permita el acceso inmediato a la vivienda digna y económica de forma universal.