EXPOSICIÓN METAVELAZQUEZ
Belgrado. Instituto Cervantes.2010
“Limitarse a respetar es siempre estéril y nunca puede resultar un principio creativo” Stravinski
El Arte es considerado como la expresión del mundo objetivo.
METAVELÁZQUEZ pretende bucear en la incorporación de un grado de complejidad en el trabajo sobre la realidad y la representación de la misma, preocupación que orienta la obra monumental de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez y que atraviesa a todo un siglo XVI, que inaugura Cervantes con el El Quijote a través de un viaje en el que narra el campo de batalla entre lo cotidiano y la locura como una visión dual de una misma realidad.
El maestro sevillano interpreta la realidad distanciándose de las traiciones de la racionalidad propia de lo cotidiano. De esta forma se explican las deformaciones irracionales, que no son los supuestos inacabados que se le asignan o las despreocupaciones por la fidelidad. Pretende alcanzar la atmósfera adecuada en torno al personaje sobre el que se concentra la mirada. Nadie observa a la vez al interlocutor y al fondo que lo enmarca.
Su trabajo es como una tensión entre la búsqueda de una estructura orgánica racional y el distanciamiento de la misma como fruto de la “naturalidad” perceptiva, inmediata, alejada de esa racionalidad.
En las Hilanderas no existe despreocupación por la figura central sino la expresión natural de la percepción del contraluz con el fondo. La figura central se desdibuja y aparece inacabada para que el espectador fije su atención en el fondo. Al igual que en las Meninas existe una representación de la realidad y la transfiguración de la misma. El mundo terrenal y el espiritual, la razón y las ideas.
En la obra de Velázquez aparecen acumuladas todas las preocupaciones de la época. El suelo y el espacio. La imagen real y la imagen reflejada. Lo representado y la representación. El fondo, la forma, la fuga. También acude a la mitología para expresar esta relación entre lo ideal y lo terrenal. Lo mitológico se hace carne, las ideas, la creación del mundo ideal es tratado como lo que es, como una interpretación del hombre que explica lo inexplicable. Es una construcción ordenada del hombre y por lo tanto se pueden ordenar con naturalidad.
La Venus del Espejo es la exacerbación de todo ello: La diosa se materializa en mujer y la mujer se refleja en el espejo para que “el espectador contemple e interprete la imagen reflejada de la diosa”. Se trata de una superposición de imágenes que ofrecen un resultado fascinante. Algo así como el que narra el Quijote sobre el trabajo del copista que ha escrito un libro que habla de las aventuras que cuenta sidi Hamete Benengueli sobre el Quijote, que ve gigantes cuando son molinos en su viaje permanente. Están registrados todos los problemas sobre la realidad que preocupan al barroco tras el renacimiento y el descubrimiento del mundo clásico. Se trata del cuestionamiento permanente sobre la realidad y la imagen que se proyecta de ella y de ese “movimiento”. En las Meninas se produce un diálogo temático parecido, el que contempla el cuadro está viendo al pintor (inmortal) que lo observa a la vez que está pintando un cuadro en el que el modelo es probablemente el propio observador, o la propia pareja real que se refleja en el espejo.
La complejidad de la interpretación es enorme pero subyace la idea de la relación entre la realidad y su representación. El artista comienza a tener “autoconciencia” del arte como expresión de la realidad, no como simple copia de la “naturaleza” que lo rodea.
Es sorprendente la coincidencia en las preocupaciones sobre la construcción del mundo con las actuales.
En este marco se presenta METAVELÁZQUEZ, aportando una imagen modesta, doméstica, de esas obras monumentales. Una representación sobre lo representado.
Para ello se utiliza una técnica de pintura al óleo de colores planos y de texturas de color. Se pretende mostrar una visión arquitectónica del espacio del cuadro original a través de la expresión sencilla de la estructura del mismo. Se exageran los colores y se delimitan los contornos de cada superficie de color. Se pretende obtener así una secuencia de diferentes planos que permitan apreciar una espacialidad simplificada, la arquitectura básica del mismo, a la vez que se obliga al espectador a hacer uso de la memoria.