En el 2008 calculaba el horizonte problemático para el sector de la construcción. Una sencilla cuenta que relacionaba la necesidad histórica, cifrada en torno a 200 mil viviendas, con el excedente residencial en España que condujo a la construcción de 525 331 viviendas en el 2003, 586 092 en el 2004 y 612 066 en el 2005 (según WP), permitía deducir que la absorción de ese excedente alcanzaría a 2019. El presidente de gobierno nos anunciaba hace pocos meses que notaríamos la salida de crisis a partir de 2019. Ahora todo parece indicar que se fija el 2020 como el final de una larga espera, como señala hoy el artículo en El Confidencial, Objetivo 2020, con la adopción de medidas para estimular la venta de sus activos al sector financiero sin perjudicar sus balances, aspecto que ha provocado cierta congelación de estas operaciones que podrían haber puesto en evidencia su credibilidad y la rentabilidad de la entidad. Me ha parecido siempre que las obras inacabadas eran una oportunidad, como señalé en un post anterior. El porcentaje de este tipo de activos en manos de Sareb he podido informarme que alcanza sólo el 5%, que ha decidido sacarlos a la venta, como se indica en su web.
Sin embargo, las licencias habrán caducado, lo que supone un beneficio para los ayuntamientos y, de forma derivada, la revisión de los proyectos y su adaptación al CTE de aquellos proyectos anteriores al 2006.
En mi opinión puede suponer también la oportunidad de ofrecer soluciones más acordes con las necesidades y posibilidades económicas actuales. Pero también puede suponer la entrada de nuevas tecnologías que permitan costes más accesibles.
Esta combinación de factores permite vislumbrar un nuevo escenario que permita a los españoles poder acceder a una vivienda más económica, en régimen de alquiler o en régimen de propiedad o cooperativa, que eso es otra cuestión. Pero considero que todos los agentes deben ajustar sus registros
